El caso de Ayamonte
No era la primera que lo hacía. Un año antes, su víctima había sido supuestamente la familia de Rafael Paulete Aguilera, un hombre de Ayamonte (Huelva) al que se perdió el rastro el 17 de febrero de 2010. Como en el caso de Juan Carlos, telefoneó a su entorno y aseguró que el desaparecido estaba, en realidad, secuestrado. Pidió un rescate de 30.000 euros.En aquella ocasión, la jugada le salió redonda. Pese a que la Guardia Civil y la Guardia Republicana de Portugal montaron un dispositivo en la frontera para detener a quien fuera a recoger el dinero, consiguió burlarlo y llevarse el dinero. Los investigadores, al menos, lograron identificarlo.
De hecho, no era un desconocido para la Justicia. Juan tenía ya entonces un largo historial de reclamaciones judiciales y órdenes de detención dictadas por juzgados de Málaga, Huelva, Sevilla, Valladolid, Murcia y Portugal. La estafa era su especialidad, para lo que en ocasiones se hacía pasar incluso por policía o militar y así poder engañar a las víctimas.
Una capacidad para ocultar su identidad que le llevaba a cambiar habitualmente de domicilio y a usar varias identidades falsas. Cuando la policía lo detuvo en Sanlúcar de Guadiana (Huelva), llevaba diez días escondido en un domicilio de esta localidad junto a su pareja. Mientras, Juan Carlos y Rafael siguen desaparecidos.
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